Introducción



“Alice: From the moment I have fallen down in a rabbit hole, I have been told what I must do and what I must be. I have been shrunk, stretched, scratched and stocked into a teapot. I have been accused of being Alice and of not being Alice. But this is my dream, I will decide what occures from here.

Bayard: If you divert from the path…

Alice: I make the path.”

Tim Burton. Alice in Wonderland[1]

El tema en que me centro en esta serie consiste en una exploración visual desde una perspectiva de género en torno a cómo las ilusiones que construimos durante la infancia respecto de nuestro futuro se asientan sobre mandatos culturales que en ciertos casos condicionan nuestro deseo, nuestra identidad y nos provocan también frustración.

Esto muchas veces ocurre porque el desarrollo intelectual y profesional de la mujer ha puesto en cuestión el esquema tradicional del horizonte femenino. Este disloque, esta tensión, es un tema también para el arte.

En esta investigación plástica planteo que tejemos sobre mandatos. ¿Es posible resolver la tensión entre éstos y el deseo?

Algunas notas sobre mi vinculación personal con el tema

Paradójicamente encuentro que se produce en mí en este momento una proyección especular donde la tensión se polariza.

¿El deseo será el anhelo de aquello que no se alcanza?

Porque justo en el momento de mi realización profesional —mientras escribo esta tesina— me pregunto por algo que no me conforma: ¿Por qué no se cumplió en mí el mandato? ¿Por qué me desvié de él?

La tela de araña

Una de las imágenes sobre las que edifico mi trabajo es una tela de araña.

Recuerdo un sueño de mi madre en un momento de mi vida en que me desviaba del mandato: yo caía y quedaba atrapada en una red descomunal de la que mi madre no podía salvarme, “mi pasado, con el que no podía terminar” —según su interpretación—, donde una araña gigante me acechaba.

Utilizo la tela de araña como metáfora del mandato y planteo que las nenas —no importa la edad— “tejen” ilusiones —como vestidos— con lo que aprenden de esos mandatos.

Estos dogmas se transmiten gracias a un variadísimo repertorio de recursos, como por ejemplo juegos, juguetes, libros de cuentos, de fábulas, novelas, álbumes de figuritas, imágenes e ilustraciones, canciones populares infantiles, consejos, historias familiares, anécdotas, pasajes bíblicos si se es educado en una familia religiosa, etc.

Para mencionar algunos promotores de esta transmisión, encabezan la lista nuestras madres, seguidas de tías, abuelas —y por qué no primas y hermanas mayores, incluso amigas—, participan también los hombres —padres, tíos, abuelos, hermanos—; siguen la sociedad y la cultura —las congregaciones religiosas, instituciones educativas, asociaciones de paisanos, grupos culturales y étnicos, medios de comunicación, etc—.

Podríamos decir que se monta una gran red en torno a la niña.

Los elementos que voy a utilizar para mi producción son:

la tela de araña —el mandato y su red contenedora—;

el tejido, el vestido — como metáfora de las ilusiones y expectativas que se construyen con lo aprendido de los mandatos y las huellas que deja en nosotras—;

y el juego —uno de los medios a través de los cuales aprendemos y creamos ilusiones—.


[1] “Alicia: Desde el momento en que caí por la madriguera del conejo se me ha dicho lo que debo hacer y lo que debo ser. He sido encogida, estirada, arañada y almacenada en una tetera. He sido acusada de ser Alicia y de no serlo. Pero este es mi sueño y yo voy a decidir qué ocurre en adelante.

Bayard: Si te desvías del camino…

Alicia: Yo hago el camino.”

Esta es mi traducción de un diálogo de la película Alicia en el País de las Maravillas dirigida por Tim Burton, Productora Disney Studios, estrenada en marzo de 2010.